En la XXII Cumbre
Iberoamericana, celebrada en Cádiz, España, se ha puesto de manifiesto el
equilibrio norte-sur que durante décadas ha acompañado a los países
iberoamericanos.
Hoy,
Europa y, fundamentalmente, España, mira hacia Latinoamérica desde una
perspectiva esperanzadora. El Rey Juan Carlos, según publica el diario El
País, ha manifestado ante los jefes de Estado y de Gobierno “El mundo es
hoy muy diferente al que existía cuando empezamos las cumbres iberoamericanas
hace poco más de dos decenios. […] Iberoamérica está en alza. El Continente
crece, se reducen los índices de pobreza y hay una mayor cohesión social”. Para
continuar, “a este lado del Atlántico hemos visto surgir situaciones difíciles
causadas por la crisis económica y financiera. Nuestras miradas se vuelven
hacia vosotros. Necesitamos más Iberoamérica”.
Diversos
analistas creen que ha pasado la época de El Dorado en España, cuando todavía
en 2006, se perfilaba como la octava potencia económica mundial. La balanza económica
del mundo iberoamericano empieza a inclinarse hacia la veintena de excolonias españolas
y portuguesa en donde prevén crecer un 3,2% y casi un 4% el próximo año. Unos
datos nada desdeñables paras las antiguas metrópolis ibéricas. Más aun, los
países latinoamericanos también han reducido la pobreza de casi el 50% al 30%
en el último decenio y, según un reciente informe publicado por el Banco
Mundial, la clase media ha crecido más de un 50% desde principios del milenio y
aumenta entre un 1% y 2% anual. Y continuará creciendo gracias a las políticas
de inclusión social llevada a cabo por los gobiernos.
Hoy
toca a los países latinoamericanos, sobre todo, a los emergentes, abrir las
puertas del crecimiento a sus antiguas madres patria. El mundo geopolítico y geoeconómico,
a nivel global, han tenido unas fuertes sacudidas en sus estructuras haciendo
que la época dorada de los países europeos tenga una ralentización en sus
economías que, pese a todo, al final verán la luz del túnel.
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